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Facebook, Chile y las lecciones de un escándalo

Ariel Jeria Gerente general de Rompecabeza Digital

Por: Ariel Jeria | Publicado: Miércoles 26 de febrero de 2020 a las 04:00 hrs.
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Ariel Jeria

Ejecutivos de Facebook visitaron hace poco Chile para reunirse con representantes de Revolución Democrática, Renovación Nacional, el Partido Comunista y la UDI, además de personeros de Gobierno y ejecutivos de medios de comunicación. ¿El motivo? El país será un “laboratorio de pruebas” de las nuevas políticas que la red social está implementando para combatir la desinformación y transparentar el financiamiento de publicidad en período electoral, como el que se avecina en nuestro país.

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Los contactos de la compañía -que controla también WhatsApp e Instagram- ocurren a pocos días de que su fundador, Mark Zuckerberg, ofreciera disculpas ante la Unión Europea por no haber hecho suficiente para proteger los datos de sus millones de usuarios. Las críticas llovieron en contra de Facebook luego de que se revelara que la empresa Cambridge Analytica accedió a información privada de millones de usuarios, datos que fueron utilizados para, por ejemplo, favorecer la campaña de Donald Trump en las pasadas elecciones de EEUU y la opción de dejar la Unión Europea en el Brexit.

Tras el escándalo, en el mundo se debate sobre el uso de datos de los usuarios y su impacto en procesos electorales, y además queda en entredicho la credibilidad de Facebook, que permite divulgar noticias falsas (fake news) en su plataforma. Esto pone de manifiesto no sólo que las redes sociales desafían cada día con mayor fuerza a la información; de alguna forma, también han logrado “derrocar” a las formas tradicionales de informarse, dejando en evidencia la esencia humana, necesidades, miedos y demandas.

¿Qué ha traído todo esto? Más libertad de expresión -bien y mal entendida- y conexiones emocionales. Una consecuencia de ello es la desinformación, radicalización y el sentido de “omnipotencia” que da estar oculto detrás de un perfil. También, una agobiante “infoxicación” de contenidos que, muchas veces, no es posible digerir, lo que facilita la difusión de contenidos falsos.

Las redes sociales son capaces de cambiar el mundo, derrocar Presidentes, castigar fraudes, revelar malas prácticas políticas, movilizar (o inmovilizar) a todo un país. Por lo mismo, se hace necesario, más que nunca, poner énfasis en los datos de plataformas como Twitter o Facebook, pues el poder de una información en este contexto puede ser enormemente destructivo.

El proceso eleccionario que se iniciará en Chile en abril con el plebiscito será una buena oportunidad para ver de qué manera Facebook ha aprendido la lección. También será interesante ver y evaluar si es que el mundo político local no se va a dejar llevar por el uso de noticias falsas.

No solo está en juego la integridad de la plataforma social, sino también la responsabilidad de las autoridades para combatir la desinformación. Una posible línea de acción sería publicar, ojalá con su consentimiento, el nombre de quienes financien contenido político en las redes sociales durante la campaña para el plebiscito, para así tener una idea clara de qué se nos presenta y de los intereses que hay detrás.

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