Regular la innovación

a nueva economía ha entrado de lleno en nuestro país. Todos los días vemos anuncios sobre la llegada de empresas que se basan en una aplicación (app) para dar un servicio. Para qué hablar de las que revelan ambiciosos planes de expansión o de las startups que son adquiridas por grandes corporaciones.

Este nuevo escenario de negocios y de cambios en la vida de todos los chilenos, también trae aparejado un desafío en materia de regulación que debe ser abordado en forma seria y con celeridad por parte de las autoridades, el sector privado y también de la comunidad.

Hasta ahora solo hemos visto al gobierno y algunas reparticiones llevar la batuta en este tema -algunas por convicción y otras por la presión de ciertos actores-, siendo la cara visible de estas discusiones la reforma tributaria que plantea impuestos a algunas plataformas digitales con base en el extranjero, además del proyecto denominado “ley Uber”, que considera la obligación de un registro, además del uso de una licencia profesional y certificado de antecedes. A ello se suma recientemente, la publicación de un borrador para regular las FinTech, y que busca contar con un marco regulatorio para el crowdfunding y servicios relacionados.

Dado el tremendo aporte en materia de innovación, empleo y a la calidad de vida de las personas es que estas discusiones deben incorporar la visión de todos los actores y que éstos sean aliados en construir una regulación que impulse el emprendimiento y la incorporación de la tecnología a la sociedad.

No hay espacio para restarse del análisis, ni menos demonizarlo.

De ahí que la información que aporten las empresas involucradas, las legislación comparada, la experiencia de los usuarios solo pueden enriquecer la normativa y evitar posteriores lamentos de leyes impracticables o lo que es peor, que restrinjan la innovación y el desarrollo.