Razonable nuevo foco en la clase media

l Gobierno anunció ayer un paquete adicional de medidas para paliar los efectos económicos de la pandemia, esta vez dirigido a la clase media, que hasta ahora no había estado al centro de la mirada del Estado.

Esta mirada, comprensiblemente, se puso primero en los grupos más vulnerables de la población —por ejemplo, a través del Ingreso Familiar de Emergencia—, pero la prolongación y agravamiento de la crisis justifican ampliarla a la clase media con instrumentos enfocados en los créditos hipotecarios, el subsidio de arriendo y la educación superior, entre otros.

Lo cierto es que los impactos del Covid-19 han sido más severos para la economía de lo que la mayoría pudo prever, también a nivel internacional, por lo que medidas que no parecía razonable plantear hace algunos meses, cuando estalló la crisis sanitaria en nuestro país, hoy deben evaluarse desde otra perspectiva. Es el caso, por ejemplo, del retiro anticipado de fondos de pensiones: usar recursos destinados a las jubilaciones para otros fines va contra la esencia misma del sistema previsional —más aun cuando se trata de lidiar con un problema por definición transitorio, como el coronavirus—, pero las acuciantes urgencias que enfrentan hoy miles de familias hacen que tenga sentido contemplar eventuales formas de hacerlo.

Sin abandonar compromisos esenciales de responsabilidad fiscal y prudencia económica —y la imprescindible mirada de largo plazo—, hoy parece inevitable considerar un creciente arsenal de políticas públicas para enfrentar esta coyuntura. Aunque sea lamentable, lo que plantea el Gobierno es consistente con el estado de cosas: en vista de la gravedad de la crisis, se justifica dar apoyo estatal a más sectores de lo que antes se estimó necesario. Acertadamente, criterios como la focalización siguen vigentes en la propuesta conocida ayer, y parece razonable el acento que se ha puesto en los créditos como mecanismo de ayuda a la clase media, por sobre las transferencias directas.