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Texas: cómo el hogar del petróleo y el gas en EEUU se enamoró de la energía solar

Una ola de proyectos a través de la Cuenca Pérmica llega en momentos en que la industria tradicional afronta los desafíos de una guerra de precios entre los productores de crudo y los temores por el coronavirus.

Por: Financial Times, Gregory Meyer | Publicado: Martes 7 de abril de 2020 a las 14:04 hrs.
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Una granja solar del tamaño de una pequeña ciudad será inaugurada este mes en el corazón del territorio del esquisto bituminoso de Texas, lo que agregará más competencia a una industria estadounidense de petróleo y gas que ya está totalmente colapsada.

Las hileras de paneles azules en el proyecto fotovoltaico de Oberon generarán 150 megavatios de energía cuando se conecten a la red, al sur de Notrees, una ciudad que hace honor a su nombre (sin árboles) en la Cuenca Pérmica. Los desarrolladores de Oberon desean expandir el proyecto a 1.380 MW, suficiente para atender a 230.000 hogares.

Un auge en proyectos solares está en marcha en Texas, la capital de petróleo y gas de Estados Unidos. El estado construirá una cuarta parte de la nueva capacidad solar de escala industrial récord que se instalará en Estados Unidos este año, según la Administración de Información

Energética (EIA, sigla en inglés), que forma parte del Departamento de Energía.

Gran parte de esa inversión solar se está llevando a cabo en la Cuenca Pérmica, el centro de una industria estadounidense de petróleo de esquisto bituminoso que ahora se está recuperando del impacto de la crisis del coronavirus y la guerra de precios entre Arabia Saudita y Rusia.

Los proyectos solares son una amenaza para los combustibles fósiles. Las energías renovables han ayudado a forzar el cierre de centrales eléctricas de carbón. Ahora están desafiando la primacía del gas natural en la mezcla de generación eléctrica de EEUU a medida que el precio de los equipos solares sigue cayendo. Los legisladores republicanos se han negado a frenar el rápido crecimiento de la energía eólica y solar a pesar de su histórica amistad con la industria del petróleo y el gas.

Sin embargo, la energía limpia tiene una relación más complicada con los combustibles fósiles en Texas, un estado de 29 millones de personas orgullosas de su herencia petrolera. El fracking de petróleo de esquisto bituminoso ha sido un gran impulsor de la demanda de electricidad, ayudando a estimular la inversión en energías renovables.

La relación es visible entre los paneles solares de Oberon. Junto a las largas hileras hay rectángulos de tierra vacíos del tamaño de estacionamientos. El desarrollador, 174 Power Global, una división del Grupo Hanwha de Corea del Sur, dejó estos espacios para permitir que las plataformas de perforación petrolera se instalen y perforen pozos subterráneos, dice Jason Garewal, jefe de desarrollo comercial.

"El oeste de Texas es territorio de petróleo y gas, hoy no es territorio solar", dice. "Y por eso estábamos muy orgullosos de nuestra capacidad de aportar a la mezcla de energía sin eliminar ninguna extracción futura de petróleo y gas".

Los avances de la energía solar podrían verse obstaculizados por la caída de los precios del petróleo, en momentos en que el crudo West Texas Intermediate (WTI) cotiza por debajo de US$ 30 por barril, menos de la mitad que en enero. El daño causado por el coronavirus también podría afectar el consumo de electricidad, alejar a los trabajadores de la construcción o interrumpir el flujo de financiamiento, nublando el crecimiento de la generación solar.

Estos problemas pueden retrasar, pero no van a detener la propagación de la energía solar en Texas, dicen los expertos. A los inversionistas en energías limpias, con horizontes temporales de más de una década, les gustan los retornos estables de proyectos respaldados por contratos a largo plazo. “La clave es que tienen una magnífica ventaja de costos sobre las centrales eléctricas a gas. El costo marginal de la energía solar es cero", destaca Edward Hirs, miembro asociado experto en energías de la Universidad de Houston.

Texas ya ocupa el primer lugar en Estados Unidos en capacidad de energía eólica. Ahora está en camino de tener la segunda mayor capacidad de energía solar fotovoltaica en el país después de California. Pero a diferencia de California, con una meta de 100% de energías limpias para 2045, el estado de la “estrella solitaria” está agregando energía solar a través de los incentivos de un mercado de electricidad competitivo.

Operada por el Consejo de Fiabilidad Eléctrica de Texas (Ercot, sigla en inglés), más de la mitad de la capacidad proyectada propuesta para conexión a la red en ese mercado es solar a escala industrial, según los registros.

"Todo es más grande en Texas", dice el dicho. Para los desarrolladores solares es una oportunidad inigualable. El estado consume la mayor cantidad de electricidad en EEUU. La demanda de energía ha crecido 5% en los últimos cinco años, mientras que a nivel nacional ha caído, según la EIA.

La luz del sol es intensa, particularmente en los cielos sin nubes de la Cuenca Pérmica en el extremo oeste del estado. La producción máxima de energía solar coincide con la voraz demanda de aire acondicionado en las abrasadoras tardes de verano de Texas.

El traslado de electricidad renovable desde la inmensidad del oeste hacia ciudades del este como Dallas y Houston es facilitado por líneas de transmisión especiales que el estado autorizó hace 15 años. Diseñadas para manejar la energía eólica, ahora también están llevando el flujo de energía solar. Un enfoque regulatorio de baja intervención, popular entre los ejecutivos de petróleo y gas, también ha atraído a la industria solar.

"Es Texas: hay muy poco en términos de leyes de planificación o restricciones. Es bastante simple desde el punto de vista de permitir y obtener conexiones. Así que se puede desarrollar un activo con bastante rapidez ", dice Chris Archer, jefe para América del Grupo de Inversión Verde de Macquarie, un desarrollador de energía solar y eólica con proyectos en Texas.

Los operadores de energías verdes han encontrado obstáculos en estados donde la urgencia del cambio climático es ampliamente aceptada. El gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, ahora en el centro de atención internacional mientras aborda el brote de coronavirus más grande del país, tiene como objetivo obtener 70% de la electricidad del estado de energías renovables para 2030, pero las ciudades del norte del estado han luchado para mantener los paneles solares fuera de sus tierras de cultivo, mientras los residentes de terrenos con vista a la playa en Long Island se han opuesto a un proyecto eólico marino.

Problemas como estos no complicaron al proyecto Phoebe de US$ 400 millones y 250 MW de Innergex Renewable Energy en el condado de Winkler, Texas, dice Michel Letellier, director ejecutivo. El suelo del desierto era fácil de arrendar y desarrollar. "Texas es un buen lugar para los negocios", agrega Letellier. "Tal vez sea porque todos llevan armas, pero son muy educados".

La red operada por el organismo sin fines de lucro Ercot está en gran parte desconectada de las redes de transmisión interestatales al este y oeste de Texas, eximiéndola de la supervisión federal.

Sus reglas de mercado son distintivas. A los generadores solo se les paga por la energía que venden, no por tener capacidad lista. Los precios al por mayor que promedian alrededor de US$ 40 por megavatio-hora pueden subir hasta US$ 9.000 cuando la demanda aumenta en las tardes más calurosas, una ganancia inesperada para los generadores. La producción de las granjas solares se incrementa cuando el sol está más alto, lo que les permite participar en estas ventas.

"El mercado de energía de Ercot está diseñado para ser el mercado competitivo por excelencia", dice Archer.

Los costos de la energía solar se han desplomado, con el proyecto fotovoltaico de escala industrial promedio a solo US$ 0,80 por vatio instalado el año pasado en comparación con US$ 3,53 en 2010, según una encuesta de BloombergNEF y el Consejo Empresarial para Energía Sostenible (BCSE, sigla en inglés). También está contemplada una reducción de los créditos fiscales federales para energía solar, lo que está provocando prisa por comenzar la construcción y obtener los máximos beneficios, dice Cormac Gilligan de la consultora IHS Markit.

Las grandes marcas corporativas han aprovechado la caída de los costos para firmar acuerdos de compra de energía solar a largo plazo que también mejoran su imagen ambiental. De los 13.600 MW récord de acuerdos de energía limpia que las empresas completaron en Estados Unidos el año pasado, 5.500 MW se encontraban en Texas y la mayoría de eso era solar, según la encuesta BloombergNEF / BCSE.

Google, McDonald's y Wells Fargo se encuentran entre los que se comprometieron a comprar energía de las plantas solares de Texas para operar un nuevo centro de datos, puntos de venta de comida rápida y sucursales bancarias.

Neha Palmer, directora de operaciones de Google y directora de estrategia energética, dice que su centro de datos de US$ 600 millones cerca de Dallas funcionará en parte con la energía contratada de tres proyectos solares de Texas.

Texas “es un gran mercado desregulado. Los usuarios de electricidad tienen la opción de elegir a quién le compran electricidad y el tipo de energía que compran”, dice Palmer. "Creo que eso ha sido otro impulsor de la gran absorción de energías renovables en el estado".

Esa es una mala noticia para la industria del petróleo y el gas. La EIA proyecta que las energías renovables igualarán al gas como fuente de electricidad en todo el país en 10 años, limitando su participación de mercado después de años de crecimiento impulsado por el auge de la perforación de esquisto bituminoso.

La penetración de la energía solar y eólica ha provocado la ira de entidades como Texas Public Policy Foundation, un grupo de expertos con sede en Austin financiado en parte por Charles Koch, el multimillonario conservador cuyas donaciones junto a su difunto hermano David ayudaron a inclinar la política de Estados Unidos hacia la derecha.

Bill Peacock, el vicepresidente de investigación de la fundación, argumenta que la energía solar y la eólica obtienen una exención injusta de los impuestos locales a la propiedad. Tampoco paga el costo de las nuevas líneas de transmisión para suministrar electricidad renovable, que en cambio se transfiere a los contribuyentes, dice.

"La única razón posible para que las fuentes renovables tengan sentido es si lo que mucha gente dice sobre el cambio climático fuera cierto", dice Peacock. "Y yo cuestionaría lo que esa gente está diciendo sobre el cambio climático".

Alrededor de 97% de los científicos del clima han concluido que está ocurriendo un cambio climático causado por el hombre, dice la Asociación Estadounidense para el Avance de la Ciencia, una posición también aceptada por la mayoría de las grandes compañías de petróleo y gas de Estados Unidos.

El año pasado, Kelly Hancock, un republicano conservador de Fort Worth, patrocinó un proyecto de ley en el Senado estatal para obligar al regulador de servicios públicos de Texas a estudiar formas de eliminar el beneficio de créditos fiscales federales para los grupos de energía renovable en el mercado de Ercot. La legislación fue aprobada en el Senado, pero no pudo superar su tramitación en la Casa de Representantes de Texas.

Sin embargo, la discusión en torno a las energías renovables no está tan bien delimitada a través de las líneas partidistas. Cuando el grupo de defensa de la energía limpia Texanos Conservadores por la Innovación Energética (CTEI, sigla en inglés) se formó el año pasado, encargó una encuesta que mostró que los votantes republicanos e independientes de Texas respaldaban ampliamente las políticas para ayudas a la energía solar y eólica.

"Históricamente, algunas de esas voces clave en apoyo del desarrollo de las energías renovables han sido más del lado izquierdo del espectro político", dice Michael Jewell, miembro de la junta de CTEI. "Creemos que es realmente importante que el lado conservador también participe".

En Washington, las posiciones de la administración Trump sobre las energías renovables han oscilado entre tibias y hostiles. La Comisión Reguladora Federal de Energía emitió en diciembre una regla que socava la competitividad de la energía verde subsidiada por el estado en PJM Interconnection, la red más grande de Estados Unidos, que se extiende desde Virginia hasta Illinois.

El presidente Donald Trump afirmó que las turbinas eólicas "matan a todas las aves", describió el potencial de la electricidad solar como "no lo suficientemente potente" y adoptó políticas destinadas a apuntalar la industria del carbón en crisis.

Sin embargo, las fuerzas del mercado han emitido un veredicto diferente.

“Trump será el presidente que retire la mayor cantidad de plantas de carbón e instale la mayoría de los sistemas solares, y claramente eso no fue lo que buscaba. Él es el presidente solar", dice John Berger, director ejecutivo de Sunnova, una compañía solar con sede en Houston.

Las compañías petroleras han comenzado a adoptar la energía solar a pesar de la amenaza que representa para sus ventas de gas. ExxonMobil apunta a satisfacer 70% de su demanda de energía en Texas con energías renovables a través de acuerdos de compra de 12 años con Orsted de Dinamarca, incluidos 250 MW suministrados por energía solar que entrarán en línea el próximo año.

Occidental Petroleum, el mayor productor de petróleo en la Cuenca Pérmica, llegó a un acuerdo con Macquarie para proporcionar 109 MW de energía solar durante 12 años. También construyó su propia granja solar más pequeña, cuya energía bombeará dióxido de carbono bajo tierra para extraer el petróleo.

"Colocamos la energía solar para reducir nuestra huella de carbono, pero también para proporcionar energía eléctrica de menor costo", dice Vicki Hollub, directora ejecutiva de Occidental.

Los procesos intensivos en energía de la industria petrolera en general han dado un impulso indirecto a las nuevas plantas solares al aumentar la demanda de energía en el extremo oeste de Texas 11% anual entre 2013 y 2019, la mayor tasa en el estado, según un estudio de Ercot.

El mismo estudio recomendó instalar más líneas de transmisión de larga distancia en la región, pero identificó un problema. “Los clientes de petróleo y gas no pueden proyectar con precisión sus necesidades de demanda con más de uno o dos años de anticipación, mientras que las mejoras en la transmisión pueden tardar hasta seis años para completarse", dice.

Este desajuste es evidente tras el colapso del mercado de crudo del oeste de Texas. Las compañías petroleras han abandonado planes de gasto de capital presentados hace solo unas pocas semanas. Pero la agitación también plantea la cuestión de si la inversión solar sobrevivirá a una era de petróleo barato.

Georgios Papadimitriou lidera Enel Green Power North America, una división de la empresa italiana que abrió el año pasado la primera mitad de su proyecto solar Roadrunner de 500 MW fuera de la ciudad petrolera de Midland en Texas.

Aunque preferiría ver aumentar la demanda de electricidad, dice, eso no es crucial. “Para nosotros, la clave es que somos más baratos. Entonces, incluso si la torta permanece igual, siempre podemos reclamar una tajada más grande. Somos más competitivos".

Colin Smith, analista solar senior de la consultora Wood Mackenzie, dice que ciertos proyectos tendrán dificultades si el uso de electricidad se ralentiza en el estado. "Pero en general, la economía de la energía solar en Texas es muy fuerte", agrega.

Brooks Landgraf, un legislador estatal conservador de Odessa en el oeste de Texas y defensor del sector de petróleo y gas, asistió a la ceremonia del inicio de obras de Oberon en junio. Él predice que a medida que las compañías petroleras en dificultades despidan trabajadores, “habrá muchas más oportunidades laborales” en los proyectos solares. "Afortunadamente vengo de una parte de Texas donde tenemos la capacidad de producir energía a base de hidrocarburos y energía solar y eólica", dice Landgraf. "Está en nuestra cultura en la Cuenca Pérmica el producir energía".

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